George, así había decidido
llamarlo ella cuando estaban a solas, en honor a aquel actor hollywoodiense, entusiasta
del café expreso, que la conquistó antes de que le robaran el amor. Sus medidas
perfectas, el sesgo de sus mejillas y rostro angular que acompasaban la
redondez de sus nalgas, la habían decidido definitivamente. Él disfrutaba de
sus tenues caricias, de la ternura de sus grandes ojos, del tacto de sus
cabellos ondulados en contacto contra su cuerpo. La observaba, con la mirada
perdida, mientras ella lloraba pensando en lo perfecto que era él y recordando cómo
el hombre que compartió su vida durante el último lustro la había dejado por
otra.
Él hubiera hecho cualquier cosa
por beber la sal de sus ojos y secar el piélago de lágrimas en el que se había
convertido. La veía irse, al final de cada día, dejándolo a oscuras con sus
pensamientos, soñando con el momento en el que sus dedos volvieran a amarrarse
a sus vértices para desnudarlo primero, hacer de él lo que quisiera y, finalmente,
devolverle sus ropas para dejarlo a solas con la mirada disipada en el asfalto
de la calle. La última vez, sin embargo, simplemente lo había abandonado, para
irse con prisas. Aquella mañana de últimas rebajas, se vio desnudo frente a los
transeúntes, mientras la mano de ella lo agarraba por la espalda para retirarlo
del escaparate de la tienda en la que trabajaba.
Foto del cuadro "Ojo" de Juanan Pascual
Que mala es la soledad... sobre todo cuando se deja de ejercer de vecino, de amigo o de persona... y todo, por un ser inanimado. Qué triste. Excelente micro, Sandra. Felicidades.
ResponderEliminarMuchas gracias, Frank por tus valoraciones.
EliminarYa nos descubriste la estresante vida de una ficha de parchís, y ahora haces lo propio con la de los maniquís... Grande Sandra, nunca habría sospechado quién era George o a lo que se "dedicaba".
ResponderEliminarUn saludo!
PD: Gracias a ti ahora se que existe la palabra piélago y lo que significa... ;-) :-P
Ahora "sufrirás" el saberlo :P
EliminarGracias por tus palabras y me alegra haberte podido sorprender, aunque sea un poco. Un saludo, Ramón.
Sobre todo ten mérito a capacidade de síntese. Moi bonito.
ResponderEliminarMoitas grazas pola túa opinión. Un saúdo.
EliminarEl amor en los tiempos de las compras y las grandes cadenas... Hermosa lectura espero la disfruten, saludos!!!
ResponderEliminarMuchas gracias Paco Valadez por ayudar a difundir este relato. Un saludo.
EliminarMuy interesante y divertida microficción, saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carlos.
EliminarMaravilloso relato
ResponderEliminarGracias, Jordi.
EliminarUn bonito relato que me trajo a la memoria una película de los 80 "Maniquí", abrazos.
ResponderEliminarLo cierto es que no he visto la película. Gracias y un abrazo.
EliminarQue bueno Sandra.
ResponderEliminar"Dejándolo a oscuras con sus pensamientos"
Gracias, Hagakure. :)
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarExcelente mini relato, Sandra, donde plasmas ese amor en silencio y lo que conlleva no poder manifestarlo, una historia interesante con un giro inesperado, ya que no me esperaba que George fuera un maniquí. Te felicito. Besos!
ResponderEliminarMe alegra haberte sorprendido y que el relato te haya agradado. Muchas gracias y un beso.
EliminarMuy bien contado. Condensado en las precisas y justas palabras para narrar un hermoso amor. Me ha gustado mucho, Sandra. Felicidades!!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Ricardo.
EliminarGratos recuerdos de una canción de Serrat. Muy bueno Sandra...
ResponderEliminarTampoco conozco la canción de Serrat pero la buscaré. Gracias, David.
Eliminar