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lunes, 24 de febrero de 2014

El origen del Carnaval: de las Lupercales a Don Carnal.

"Carnaval, carnaval, Carnaval te quiero"… Ya queda menos o incluso se podría decir que ya ha empezado. Nunca fui especialmente "carnavalera" aunque me haga gracia, pero conozco gente que "vive" el Carnaval, y lo hace todo el año. En la tierra de mi familia, en la provincia de Ourense, ya estamos en plena efervescencia carnavalera. Nunca me aclaro muy bien con eso del "Domingo Fareleiro, Oleiro, Corredoiro, Domingo, Lunes y Martes de Entroido y Domingo de Piñata" aunque la wikipedia resulta una maravillosa "chuleta". Los carnavales en la provincia de Ourense tienen uno de los ciclos mas largos, no sólo de España sino del mundo, con cinco semana de duración. Así, parece que tenga un pase que me haga un lío aunque todos los años lo vuelva a preguntar.

Felos de Maceda

Otro día ―probablemente en las semanas venideras― os hablaré de estos carnavales, tan poco conocidos en el resto de España e increíblemente vivos, multitudinarios y populares en Galicia aunque de momento, me centraré en esta fiesta de un modo más universal, en su origen. ¿De dónde viene la actual celebración del carnaval?

Parece ser que, como en las demás fiestas de las que hablamos con anterioridad (Samaín, Magosto o Navidad), el carnaval tiene un origen remoto. De nuevo, estamos ante una fiesta que marca un cambio de ciclo en el calendario, el paso del invierno a la primavera, el renacimiento de la naturaleza, una oda a la fertilidad. 
El carnaval resulta una fiesta universal desde sus orígenes. Se habla de una fiesta con ciertos rasgos similares en Mesoportamia,  o de fiestas celtas precristianas y se conforma, según he podido leer, de tres facetas básicas desde el punto de vista antropológico: ritual de fertilidad, de inversión y de ostentación.

Encontramos alguna de estas facetas en cada una de las fiestas que ha podido dar origen a alguna de las caras del actual carnaval.

En la antigua Roma encontramos hasta tres fiestas que podemos relacionar con los actuales carnavales: las Saturnalia, Lupercalia y Matronalia.

Las Matronalia eran una fiesta en las que primaba la inversión, una fesitividad en honor a las mujeres casadas. Tiene su eco cristiano en las fiestas de Santa Agueda o en las reuniones de "comadres" durante los carnavales. Se dedicaban a Juno Lucina, conmemorando el rapto de las Sabinas. Se daba aquí una inversión de la primacía sexual ya que las mujeres gozaban en estas fiestas (a principios de febrero) de autoridad y mando sobre sus maridos y sobre los hombres en general.

Pintura que ilustra las Lupercalia
Las Lupercalia pueden ser interpretadas como una festividad dedicada a la fertilidad. Se celebraban en el mes de febrero, en la cueva Lupercal, en el Palatino y gozaban de una gran repercusión popular. La fiesta comenzaba tras unos sacrificios de unos machos cabríos y un perro. Dos jóvenes patricios eran llevados hasta el lugar de la oblación y tras limpiar sus frentes tenían que reír juntos, tras lo cual, cortadas las pieles de macho cabrío en tiras, los lupercos corrían semi desnudos, cubriéndose tan solo con algo la cintura y azotando a todo aquel que se encontraban. Las mujeres no podían evitar sus golpes ya que les ayudaría en la concepción y el alumbramiento. Se puede ver claramente el rastro de las Lupercalia en diversos personajes del carnaval tradicional gallego como son los Peliqueiros, cigarróns o felos que azotan a la gente tras máscaras con rasgos animales.

Las Saturnalia son un modelo de ritual de inversión. Se iniciaban el 17 de diciembre y su celebración duraba una semana. Una de sus costumbres mas conocidas consistía en la libertad de la que gozaban los esclavos durante el desarrollo de éstas. Los amos se servían a ellos mismos o incluso servían a sus siervos. Por la noche, los esclavos así como las clases mas bajas de la plebe se entregaban a todo tipo de festejos y licencias en las calles al grito de "Saturnalia", eligiendo a un "rey saturnalicio" que gobernaba las fiestas, presidía los bailes y banquetes.

Con la progresiva implantación del cristianismo, las antiguas Saturnales fueron debilitándose, pero en las mismas fechas, comenzaron a desarrollarse otros rituales de inversión y de desorden que después de la Edad Media serían conocidos con el nombre genérico de "fiestas de locos". Estas ceremonias burlescas cristianas, están vinculados a una parodia de la celebración de la liturgia según las reglas de la iglesia. Esta antigua y extraña tradición de danzas y representaciones jocosas, imitaciones paródicas e irreverentes, mascaradas y regocijos que atacaban y ridiculizaban la jerarquía eclesiástica y los poderes civiles, significaba un tiempo de extravagancias, reproche a los privilegiados, revancha de los subalternos y negación/inversión de las posiciones sociales. En suma, trastocamiento de las reglas, los valores y una sátira de las costumbres, a imagen y semejanza de las saturnales. Además, como en el caso de las Saturnales esta fiesta también daba lugar, en algunas zonas, a la elección de un rey con un papel semejante al rey de las saturnales.

Estas fiestas se caracterizaban también en sus excesos y desenfreno. Originalmente, los pueblos agrícolas debían consumir los alimentos del invierno que conservaban gracias al frío, antes de la llegada de la primavera y su temperaturas mas altas, cuando los alimentos corrían el riesgo de echarse a perder. Entonces celebraba una gran fiesta para comer todos los productos animales y perecederos para luego ayunar hasta el equinoccio de primavera del 21 de marzo donde tendrían acceso a los productos de la nueva temporada. En este origen remoto, se encontraría parte de la explicación de la abundancia y despilfarro de estas fechas seguida de la carestía propia de la cuaresma.

En el exceso, la ostentación y la transgresión se explicita una de las caracterizaciones del carnaval a partir de la edad Media, en la dicotomía que opone Don Carnal contra Doña Cuaresma. 

El combate entre don carnaval y doña cuaresma Pieter Brueghel el Viejo, 1559
En el Libro de Buen Amor, texto medieval español redactado alrededor de 1330, Juan Ruiz, Arcipreste de Hita nos habla del significado simbólico de la Pascua y la Cuaresma a partir de esta alegoría . Don Carnal, hombre mundano y amante de los placeres, es retado por doña Cuaresma a sostener una batalla que tendrá lugar al cabo de una semana; el reto ha sido lanzado el jueves anterior al día que hoy conocemos como Miércoles de ceniza .Al desenfreno del carnaval suceden cuarenta días de cuaresma.

Este enfrentamiento es la alegoría de las muchas fiestas carnavelescas que tendrán lugar desde la edad Media, pero el derroche y la locura, poco a poco entrarían en los cauces de lo políticamente correcto. La ostentación carnavelesca llegará incluso a ser institucionalizada. Lorenzo de Medicis en el siglo XV organiza en Florencia magníficos carnavales que excitaban en su ostentación a las masas con carros triunfales que estaban ornamentados magníficamente por artistas de renombre. Esa búsqueda del lujo redundaba en un beneficio personal para su linaje y el prestigio de la ciudad. El carnaval entra entonces en una contradicción y empieza a institucionalizarse. Muchos carnavales españoles impulsados por las clases burguesas en los siglos XVIII y XIX que se caracterizaban por sus cortejos y desfiles lujosos, irían en ese sentido. 

Sin embargo los rasgos primordiales del carnaval: la parodia, la abundancia y el exceso siguen vigentes dando lugar, todavía hoy en día, a una de las fiestas populares mas peculiares de nuestro calendario.



Bibliografía:

ARÉVALO, JM. "Los carnavales como bienes culturales intangibles. Espacio y tiempo para el ritual", en Gazeta de Antropología, 25 (2), artículo 49, 2009

CARO BAROJA, Julio- El Carnaval. Análisis histórico-cultural. 1979 Taurus. Madrid.

PRAT I CARÓS, Joan, "El Carnaval y sus rituales, algunas lecturas antropológicas", en "Temas de antropología aragonesa nº4", 1993.

http://www.catedu.es/arablogs/blog.php?id_blog=958&id_articulo=96109

http://fiestas.about.com/od/Fiestas-Tradicionales/a/El-Origen-Del-Carnaval.htm


http://es.wikipedia.org/wiki/Entroido






lunes, 17 de febrero de 2014

El pastor de Tartra

Edito un poco esta entrada para participar en la 5º edición de "arma una historia basada en una imagen". En mi caso fue un poco al revés. Vi la imagen y me recordó mi historia... Creo que el orden de los factores no altera el producto. 


Me duele la barriga. Avanzo oliendo el suelo. A veces, paro mi marcha para marcar la tierra. Unas cuantas gotas bastan para asegurarme de que no volveré sobre mis pasos. Previenen a otros de que esto es mío.
Sigo el rastro. Avanzo durante mucho tiempo. Frente a mí, aparece una gran corriente con agua. ¿Y si pierdo la pista que tanto tiempo llevo siguiendo?
*****

Con sumo cuidado el anciano posa unas hojas de periódico sobre el banco en el que se sienta todos los días. Cala su gorra sobre la cabeza, observa el horizonte, y desde ese lugar en el parque que recorre cada tarde, ve la vida pasar. Sus ojos brillan al echar la vista atrás. No se sabe si éstos se posan sobre los obreros que, afanosos, trabajan o sobre sus recuerdos. Yo me siento a su lado, como cada tarde.
*****

Cada día la gran bola de fuego está más fría. Estoy mojado pero al oler el aire me llega el rastro. Estoy contento aunque me duela la barriga. De repente, me encuentro con algo que me impide pasar. Es extraño porque veo y huelo lo que hay del otro lado pero no puedo avanzar. Excavo para pasar porque el olor a comida viene de aquí. Voy corriendo y al fin la encuentro. Muerdo. Hay más hueso que carne. La sangre está algo seca pero tengo mucha hambre. De repente, aparece un dos patas que lleva más comida. Me grita y me da una patada. Duele. Otro dos patas llega y lo asusta. Yo quiero huir pero me lleva con él.
*****

Hoy está despistado mirando a través de mí, como si fuera transparente.
—¿Qué te pasa?
Se rasca el antebrazo derecho, como suele hacer cuando está nervioso, mientras su vista sigue clavada por encima de mi hombro. Me doy la vuelta, curioso.
*****

Aquí por fin hace calor. Tenía razón al seguir el rastro. Todos los días me dan comida. Algunos dos patas, los que huelen bien, juegan conmigo, los otros no. Ahora soy feliz.
*****

—Es un perro polaco, un pastor de Tartra. Hacía años que no veía uno —me explica con la vista clavada en el animal que mueve alegremente su cola—. Para mí, ver a este perro es como ser invadido por esas hojas que crecen en las fachadas de los edificios, desfigurándolos. Te agarran los pies, te enredan, van trepando y se te meten en el alma, hasta las entrañas, para arrancártelas. El pasado, a veces, te atrapa y no te deja ir. Quedas en la noche, buscando una luz en la oscuridad que te haga olvidar, a solas con tus fantasmas. El mío ―dijo fijando la vista en el can―, es este perro.
Tragó saliva. Lo miré anonadado, sin realmente entenderlo. Nunca lo había visto así y parece que no lo conocía tanto como creía.
—Pero ¿qué pasó? —pregunté queriendo desentrañar aquella metáfora. 
Se quedó callado durante largos segundos antes de vomitar sus palabras.
—Cuando estaba en Auschwitz, a veces, tenía que arrastrar cadáveres hasta las fosas comunes. Recuerdo aquel perro. A raíz de todo aquello se convirtió en la mascota de los boches. Lo adoptaron cuando lo vieron comer el cuerpo de un amigo… Se llamaba Joseph. Le di una patada y casi me matan por hacerloEs la primera vez que veo cómo sus ojos se humedecen, enredados en el pasado―. Un día se coló detrás de mi barracón. Cogí una piedra en el suelo y le reventé la cabeza… Sólo era un animal y yo también lo fui. 

lunes, 10 de febrero de 2014

La batalla perdida: ¿Por qué escribir?


Alguien me decía hace poco que me había equivocado al bautizar a este blog como "los lunes a la lluvia". Lo justo hubiera sido decir  "mi vida a la lluvia". Entre ciclogénesis explosiva y ciclogénesis explosiva ―suena mucho más contundente que el tradicional "temporal"―, entro en este blog para dejar mis reflexiones, escritos, pensamientos y algunas historias de la Historia.

Hoy, como cada lunes, me volví a enfrentar a la terrorífica hoja  vacía de la que conocía, sin embargo, la transitoriedad de su virginal blancura, pues pronto la rellenaría con algún tipo de contenido. Mi pensamiento fue vagando hasta detenerme en una cuestión: ¿Por qué estoy escribiendo? ¿Por qué escribimos? ¿Por qué cada año se siguen publicando cientos de miles de escritos nuevos en el mundo? Sólo en España, en el año 2012, se publicaron 69.788 títulos nuevos.

¿Por qué escribir? ¿Para qué? ¿Para quién? ¿Aportaremos realmente algo siendo la obra 69. 789? ¿Por qué seguimos adelante, entonces? ¿Por nostalgia?¿Porque tememos a la muerte? ¿Por arrepentimiento? ¿Para calmar la soledad? ¿Por ego? ¿Para viajar y estar en el lugar del espacio/ tiempo/imaginación que quisiéramos? ¿Por vivir lo que no pudimos vivir? ¿Porque tememos a nuestra realidad? ¿Porque, en el fondo, queríamos seguir creando aquellas historias de barbies contra playmobils? 

Lo que me queda claro, es que como en el caso de un arqueólogo profesional, el que escribe, no lo hace por dinero. Basta con dar un par de vueltas por internet para darse cuenta de que estamos más cerca de volver a necesitar del consejero de Augusto ―Cayo Clinio Mecenas― para financiar la actividad literaria, que de convertirse en simples mileurista por obra y gracia exclusiva de la escritura (no hablemos ya de hacerse millonarios al estilo Rowling, Follet o Dan Brown).

Descartada, por lo tanto, la veta lucrativa ¿por qué seguir escribiendo? aunque debiera empezar planteando ¿por qué empezamos a escribir? Valga por delante que existen tantas respuestas como personas y que ésta sólo pretende ser la mía.
Nadie nace sabiendo escribir pero, de repente, nos tiramos al vacío, como un hombre a punto de ahogarse emerge buscando el aire puro. Hay algo de auto-protección, un lugar de reencuentro con uno mismo. Los primeros engranajes que mueven ese complejo mecanismo que es la escritura suelen tener, pienso, un talante catártico. Algunos empiezan a escribir tratando de sobrevivir a esa complicada edad que es la adolescencia, sobreponiéndose a las primeras decepciones y heridas de la vida: los primeros amores, inquietudes, ilusiones, dolores, desenvolturas. Es el tiempo en el que se tiran las palabras sobre el papel, buscando encontrar en la hoja virginal un refugio, un espacio para la racionalidad.

Luego, la palabra salvaje intenta ser domada. Hay que empezar a precisar, buscar la coherencia, un andamiaje. Las palabras buscan convertirse entonces, en gentes, lugares, risas, lágrimas complicidad, miradas y olores. La palabra se hace historia.
Y entonces sigo escribiendo, porque mi mente se comunica mejor con mis manos que con mi lengua, porque me gusta darle un orden a esas palabras, intentar vencerlas. La palabra puede ser vomitada o cantada pero si no es plasmada siempre será transitoria. Al escribir, las palabras se hacen nuestras, sometidas a nuestro deseos y volubilidad. La palabra escrita permanece superando, en una extraña contradicción de forma transitoria, la transitoriedad. En el fondo, es la misma fascinación que existe en revivir el recuerdo de los muertos, limpiando el polvo de la Historia. Ese afán por resucitar el pasado, por mantener a flote el presente, por sobrevivir al futuro, sabiendo sin embargo, que la batalla está de antemano perdida.
Conscientes de su fragilidad y fugacidad, mil años abarcaba el concepto romano de "aeternitas". ¿Estaban locos estos romanos? Una vez más, demostraron su sabiduría y cordura, poniéndole coto a la eternidad.

lunes, 3 de febrero de 2014

Sin adiós


Hoy es lunes y admito que la inspiración me es tan esquiva como mi tiempo exiguo. Tanta lluvia ha ahogado mis ideas que andan tratando de salir a flote sobre el mar de mocos incipiente que amenaza con poseer nuevamente, cual espíritu endemoniado, mi nariz. Y es que este año el resfriado se ha convertido en mi estado natural, así que he convertido las gotas en mi exorcista particular. 
Ante esta situación, me adapto sacando mi vena más ecologista, reciclando viejos escritos como es esta poesía compuesta hace ya unos cuantos años. 
La verdad es que este es un género en el que se podría decir que soy "intensa", eufemismo que utilizo en este caso para no decir directamente que soy una melodramática de la lírica. Yendo a este poema en particular, he de decir que llegó en un momento en el que quería darle cierto halo clásico. Son cuatro cuartetos con rimas consonantes respetando una métrica auto-impuesta  de 8-10-12 y 14 sílabas respectivamente (no sé por qué me había dado por ahí). Espero que os guste:

Sin adiós:

Me encierro y no sueño.
Me entierro, peno, caigo,
Me estremezco, decaigo.
Desfallezco, me alheño.

No hay sosiego en mi corazón.
Es el juego, complot del Creador,
Infierno terrenal ultrajador,
Eterno baldón de la sinrazón.

Ha vuelto la sempiterna ucronía.
Han vuelto las dudas, las mismas preguntas.
Lágrimas sobre ilusiones marchitas.
Almas que perduran en la agonía.

Perdida en la anaciclosis de mi vida.
Rendida ante la ignominia del destino.
Quiero dormir y olvidar, mi inmortal sino.
Quiero negar que no hubo una despedida.

A modo de despedida del presente post, dejo esta canción de Françoise Hardy que, mientras volvía a leer estos versos, me vino a la mente. Se llama: "Mon amie la rose" Si no lo conocéis, disfrutadla, es una pequeña joya.