Un
hombre sin nombre
Hubo vuelos fallidos, sobre barros dormidos.
Lloran sin palabras, los huesos hallados,
por ánimas enredadas,
en telarañas apócrifas.
Ni repican las campanas.
Ni humean velas disipadas,
por el sudor enterrado,
y el verbo en el lodo oxidado.
Entonces yo excavaré.
Con mis manos arañaré
la tierra que el silencio ahogó.
Vician el aire las cenizas sin voz.
Veo huesos batidos, de tumbas removidas,
en una escombrera, hoy numerada
que bajo la piedra fue olvidada,
con un hombre sin nombre.
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