Hacía bastante tiempo, a pesar de un verano que no fue todo lo bueno que se deseaba (y estoy cayendo en el eufemismo), que no hablaba de un lunes a la lluvia. Pues bien, hoy es un lunes lluvioso y vamos a seguir desentrañando el misterio del cadáver que sostenía en su mano una placa de plomo, con una novedad. Esta semana participo en el divertido reto planteado por Ramón Escolano en su blog jukeblog.
Este reto se llama "Te robo una frase" y consiste en introducir en un texto de creación propia, una frase elegida previamente.Esta semana, la frase elegida es: "Hay momentos en la vida en los que la única manera de salvarse a uno mismo es muriendo o matando"sacada de Dispara, yo ya estoy muerto, libro escrito por la exitosa escritora de best sellers española, Julia Navarro.
Para los despistados, recordar que la historia empieza aquí y que la semana pasada lo habíamos dejado en este punto (no son ni diez minutos de lectura, animaros a leerlo si no lo habéis hecho hasta ahora)
Pues allá vamos, y como decía el asesinado dictador romano, "la suerte está echada". Espero que os guste.
Defixio: la decisión
El «Chas» del mechero fue más
llamativo que el ruido sordo que provocó al caer contra el suelo. La chispa
saltó a apenas unos centímetros del cuerpo y prendió contra uno de los cabellos
grasientos del cadáver.
―¡Joder!
Gritó una nada discreta Iria que
siguió, a continuación, jurando en arameo. Sin más precauciones, se arrojó sobre
al cuerpo sin vida de su antiguo profesor para golpear, en un acto reflejo, aquella
llamarada incipiente. Al menos había conseguido apagarla, o eso pensaba de
forma primaria, cuando se giró viendo las caras descolocadas del médico forense
y de Andrés.
Sí, ahí estaba Andrés, como un
fantasma del pasado, con sus rizos dorados enmarcando aquel rostro anguloso, cuya masculinidad era subrayada por una barba incipiente salpicada ahora por
algunas canas. Un atuendo salido de la sección de senderismo del Decatlón y un
pañuelo colocado alrededor del cuello con desalineada meticulosidad, completaban aquella aparición.
―Andrés…― repitió Iria ruborizada, tratando de recomponerse
―Vaya, os conocéis … ―continuó
Alfonso, el forense― Si cada vez que conoces a alguien vas a quemar un cadáver, a ver qué vamos a hacer.
―Si bueno….pero, ya se lo comento
yo al juez. Es un accidente…― y a pesar de lo comprometida de la situación, la
mujer negó y cambió, sorpresivamente, el foco de su interés― ¿Y tú?¿Qué haces
aquí? ¿No estabas por Cartagena?
Andrés todavía parpadeaba atónito ante
la situación: un cadáver; un cadáver que por encima era de alguien conocido; un
cadáver que por encima de ser de alguien
conocido era sacudido sin muchos miramientos por una compañera que no veía
desde hacía unos quince años. Tardó unos largos segundos en recomponerse y
contestar.
―Ya sabes, la crisis, reducción de
personal y aquí estoy…. Soy autónomo, ahora. Como me saqué el curso de perito judicial en Arqueología,
pues me han llamado.
― Bueno…―Iria inspiró aire
tratando de sacudirse del impacto. Se giró hacia Alfonso― Llamaste a un
arqueólogo ¿Por?―preguntó extrañada―¿Por qué el muerto era un arqueólogo?
―No, para interrogar a sospechosos,
si es que los hay, estás tú, pero yo lo he hecho por la placa de plomo, si os
fijáis, tiene algo escrito. Es difícil de ver.
Y mientras el médico forense decía
aquello, los tres se acercaron a la placa que el cadáver del antiguo profesor de universidad
seguía asiendo con fuerza.
―¿Qué dice?― preguntó Iria
―Espera, deja que vea con calma y
me abstraiga de la situación de tener que observar una inscripción en las manos
del cadáver de Pablo Bahamonde.―sacudió su cabeza para seguir― Además los
arqueólogos no somos diccionarios de lenguas muertas con patas, de hecho no
tienes ni por qué saber latín para licenciarte. ―y al comentar aquello, seguía
observando la placa en solitario― Pero tenéis suerte, porque se me daba bien el
latín en el instituto y, casualmente, trabajé con epigrafía en la universidad.
El silencio, eterno en la muerte,
se instaló en aquella esquina del normalmente ruidoso Jaco's bass, hasta
que Andrés, largos minutos después, lo devolvió a la transitoriedad.
―Cuesta leerlo y sería mejor si pudiera
estudiar la placa de cerca, pero…―se giró hacia Iria y el forense ― esto es
algo bastante llamativo a decir verdad. Es una defixio, una antigua
maldición.
*****
Vicus Eleni, Marzo del 49 d.C
La lluvia y el viento batían con
fuerza contra la ventana de la pequeña habitación en la que se hallaba un
funcionario del Imperio. Lucio, como siempre que observaba su imagen, se perdía
en el reflejo que le devolvía aquel pequeño espejo de cobre bruñido que parecía
regodearse en la decadencia de sus facciones. Ya peinaba canas, la carne que le
faltaba, ahora, a sus cada vez más finos labios, parecía haberse reubicado en
su abdomen, y el brillo de sus ojos se
veía cercado por finas arrugas que amenazaban con gastar los últimos vestigios
de su juventud.
A sus treinta y seis años, ya no era ningún
imberbe para el uso y abuso de algún noble señor. Aquellos años de lujuria,
excesos y boato, en el corazón de Roma, ya habían pasado a mejor vida, al igual
que lo haría él mismo si dejaba que los acontecimientos siguieran con su curso.
Aquel lugar en el que parecía terminaba el mundo, era un fiel reflejo de su
situación. Tenía que tomar cartas en el asunto y no esperar simplemente a que
la Parca cortara el hilo de su vida. No era la primera vez que se lo planteaba,
claro que no, y sabía lo que tenía que hacer.
Lucio dejó que su
lengua pasara por los labios, tratando de figurar parte del brillo disipado de
su juventud. Con la mirada perdida vio como sus dedos se posaron con ternura
sobre aquella frágil ilusión que al secarse, como una flor moribunda envenenada
por el tiempo, devolvió al hombre al presente. Sintió el impulso de tirar aquel
espejo lejos de él, pero el ruido de la sempiterna lluvia batiendo contra la ventana, le recordó que
estaba en confín del mundo y que por mucho que mellara el cobre, seguiría
pasando sus días contando sacos de sal.
―Hay momentos en la vida ―dijo en voz alta mientras el espejo le
devolvía ahora el reflejo de una mirada decidida ―,en
los que la única manera de salvarse a uno mismo es muriendo o matando.
Lucio dejó el espejo
sobre la mesa, se giró hacia el arcón que estaba a sus espaldas y se agachó
para tomar un rollo en su interior.
Continúa aquí.
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Cada mes propondremos una frase, bien de un libro, bien original. Todos aquellos que quieran participar pueden hacerlo, la única regla es que la frase tiene que estar incluida en el texto. La longitud y la temática serán libres.
Cada mes propondremos una frase, bien de un libro, bien original. Todos aquellos que quieran participar pueden hacerlo, la única regla es que la frase tiene que estar incluida en el texto. La longitud y la temática serán libres.
Los textos los publicaremos todos el mismo día, el tecer lunes de cada mes. Es mismo día se propondrá la frase para el siguiente texto.
Sed libres de proponer frases en los comentarios de Jukeblog, añadiendo si la frase es original o si es robada. De ser así, por favor, incluid el autor y la obra de la que se ha sacado.
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Un capítulo estupendo, con una desarrollo magistral y, encima, matas dos pájaros de un tiro. ¡Genial Sandra, felicidades!
ResponderEliminarMuchas gracias, Frank :)
EliminarComo bien dice Frank, un estupendo capítulo. Has vuelto a dejarme con el ansia, esta vez en las dos partes de la historia...grrrrr :-)
ResponderEliminarMe encanta que hayas podido adaptar la frase a esta historia y que así hayas podido jugar.
Espero que te sigas animando en sucesivas entregas.
Un saludo!
Espero poder seguir jugando, también. Me ha gustado la experiencia compartida.
EliminarHola Sandra. Ahora, compañeras de juego. He leído tu relato de hoy, aunque no me he "coscado". Claro, no leí lo anterior.... jajaja. Prometo hacerlo en cuanto tenga más tiempo. Entonces le sacaré más juguillo a tus lunes a la lluvia, seguro!
ResponderEliminarEncantada de jugar en el mismo equipo que tú.
Besos y nos leemos! <3
Encantada de jugar en el mismo equipo.
EliminarExcelente este capítulo, Sandra, lo mismo que tu prosa y las descripciones magistrales y minuciosas que haces de todo. Me dejas ecandilada y con ganas de averiguar más. Besos y compartido queda. Feliz semana.
ResponderEliminarMuchas gracias. Feliz semana para ti también ;)
EliminarHasta ahora el mejor capítulo que he leído. Muy bueno.
ResponderEliminarMe alegro que participes en este reto de Ramón en el que yo no pude participar este mes, pero al siguiente espero estar entre vosotros.
Un abrazo.
Y yo me alegro que te gustara este capítulo, Ricardo. Un saludo ;)
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