El teléfono
había vuelto a sonar en plena noche en la casa de Iria Aldekoaotalora Figueiroa.
A tientas, confundida por el sueño y la penumbra, rebuscó entre el montón de
ropa que había tirado despreocupada al desnudarse unas horas antes. Empezaba a
odiar ya el maldito tono del móvil y resultaba vital, para su supervivencia mental, cambiarlo. En eso estaban sus aletargados pensamientos cuando al
fin consiguió hallar el maldito objeto que, demasiado a menudo, interrumpía sus
horas. Suspiró y, finalmente, descolgó el teléfono.
—¿Iria Aldeko…a…o…
La pelirroja negó aburrida,
cansada ante una de sus maldiciones vitales, su impronunciable apellido.
— Llámeme Iria —interrumpió seca sin más preámbulos.
— Llámeme Iria —interrumpió seca sin más preámbulos.
—Bien, como
quiera… Iria —prosiguió la voz masculina que seguía dubitativa al otro lado del
móvil, invitándola a abandonar el calor
de su hogar.
La mujer se
masajeó la sien, intentando asimilar la noticia y desperezándose. Aquello no era
algo común en una ciudad como Vigo.
—Ahora mismo
voy.
Una dosis de cafeína inyectada mediante una taza humeante para desperezarse, un
«chas» del zippo que siempre la acompañaba para encender un cigarrillo, tres
intentos para arrancar el gripado motor de su nada glamuroso renault espace de
los años 90 e Iria Aldekoaotalora emprendió rumbo a su destino, el Jaco's bass.
Conocía aquel
bar. Había llegado a ser asidua siendo algo más joven. No era que fuera especialmente
mayor a sus treinta y seis años, pero ya había vivido aquella experiencia
traumática en la que un adolescente se dirigió a ella llamándola «Señora»; una tremenda bofetada a
su ego del que su neurótica psique difícilmente se había recuperado.
A pesar de aquello, su mente vagaba mientras
las luces de la ciudad iban desfilando formando un
fantasmagórico borrón. Recordaba las noches de juerga en aquel pub, lo tonta
que se ponía cuando escuchaba resonar la voz nasal del adonis Axel Rose, cómo
cerraba los ojos mientras el rebumbio de la guitarra japonesa de Krist
Novoselic la transportaba, la forma en el que el mundo giraba mientras se
dejaba llevar por un solo de ritchie Blackmore y el alcohol se deslizaba por su
garganta cuando aún estaba aprendiendo a beber en aquel antro, del que
Andrés siempre había dicho que olía «a sobaco».
Tras aparcar y
entrar en el local, apenas tardó unos segundos en comprobar que el calificativo
seguía sentándole bien al bar. De hecho, la ley antitabaco, pues el humo
tenía el don de sobreponerse a casi todos los demás olores, no había hecho más
que reforzar aquel tufo mortal en una llamativa miscelánea de alcohol, orines,
y de la imperante humedad que impregnaba sus paredes decoradas por sus clientes con pintadas y gravados incisos en la desconchada pintura.
Ya la estaban
esperando y, pronto, empezaron a guiar a Iria a través del lugar. Tuvo que pegar
un pequeño salto para esquivar el vómito que adornaba algunos desvencijados
azulejos del suelo, imitando un cuadro de Pollock. Avanzó por el Jaco's bass,
luchando en todo momento para despegar sus pies que se adherían al piso por la
fuerza del alcohol reseco, y admirando cómo ahí se acumulaban verdaderos
estratos de inmundicia, hasta que, de repente, se encontró con la razón de
aquella llamada que había interrumpido su descanso nocturno.
―¡Joder, Pablo!
Aquella exclamación había salido de su garganta
en un automatismo; lo conocía. ¿Cómo no iba a conocerlo? Giró un instante la cabeza, para no verlo aunque no
pudo evitar recordar, a pesar de la situación, cómo aquel hombre, con el paso
de los años, pasó de ser una
copia del todo a cien de Jim Morrison para convertirse en un Homer Simpson
blanco.Volvió a fijar
sus ojos en el hombre. Tomó aire, lo exhaló en un fuerte suspiro. Pero lo que
llamó realmente su atención en aquel momento era que aquel cadáver agarraba,
con la fuerza del rigor mortis, una tablilla de plomo.
Continúa aquí
Un relato muy bien ambientado, descrito y espeluznante mente sórdido y ¿guarro? (lo digo claro por el local...) joder ¿existen sitios así? (broma).
ResponderEliminarJejeje, hay tantos sitios así que se ve que sanidad sólo trabaja a medias....
EliminarMe gusta como empieza esta historia (y que la protagonista tenga gustos musicales similares a los mios, jeje), y quién no ha estado en garitos en los que parecía que se andara sobre velcro...
ResponderEliminarHabra que esperar, con ansia, la siguiente parte de la historia.
Saludos amiga Sandra!
PD. No se si decir que he tenido que volver a buscar el significado de una palabra (ni cuál ha sido) jejeje
Gracias Ramón. Ojalá te guste la continuación. Y tú sigue aprendiendo palabras. No hay nada como el la práctica para afianzar el conocimiento XD.
EliminarUy!!! Me gusta muchísimo cómo empieza. Ya me tienes intrigado. Muy buen vocabulario. En el LEO y ESCRIBO te dejo otro comentario.
ResponderEliminarUn abrazo y me quedo "in albis" esperando.
Muchas gracias por todo, Ricardo :)
EliminarContinúa ~^-^~
ResponderEliminarYa tienes la continuación si quieres leerla :)
EliminarPromete.
ResponderEliminarGracias.
EliminarTodo esta dicho, lo único me recordó de mas jovencita a Axel Rose de Guns n Roses y su primer guitarrista Slash. pero nada continua como lo han mencionado antes;
ResponderEliminarMuchas gracias, luzkay. Espero que la continuación te gustara.
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