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lunes, 25 de noviembre de 2013

Ochenta años del sufragio femenino en España: Memoria y olvido



La semana pasada, el 19 de noviembre para ser exactos, se cumplió el ochenta aniversario del sufragio femenino en España. Una bonita efeméride que a pesar de cumplir un número redondo pasó muy desapercibida.
El 19 de noviembre de 1933, millones de mujeres pudieron ejercer su derecho al voto en las primeros comicios tras el proceso constituyente de 1931. El artículo 36 de aquella constitución pregonaba que “Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes ”

No era ésta la primera vez que los diputados de las cortes españolas habían debatido sobre la procedencia y trascendencia del reconocimiento del voto femenino. Más de medio siglo hubo de transcurrir entre la primera enmienda (1877) y la aprobación del artículo 36 de la Constitución de la Segunda República.

Muchos fueron los avatares y vicisitudes, las filias y, sobre todo, las fobias hasta llegar a la aprobación de 1931.

Abreviando un tanto las posiciones durante el proceso constituyente de la II República, la cuestión se polarizaba entre una izquierda que planteaba el voto femenino como un derecho pero temía las consecuencias políticas de su ejercicio y una derecha que tendía a rehusar ese derecho pero esperaba obtener réditos electorales de su aprobación. Todo esto se fundamentaba en la posibilidad de que el electorado femenino fuera a ser más impresionable que el masculino a una influencia de la Iglesia cuya posición reaccionaria, podía cambiar el signo y sino de la República. Algunas veces, además, las opiniones personales predominaron a sobre la posición de los partidos. Tal fue el caso de Clara Campoamor, del PartidoRadical, uno de los principales opositores a su aprobación, que puede ser considerada como el pilar sobre el que se asiente el derecho al voto femenino en España.

Campoamor sostuvo, con vehemencia y con habilidad, la argumentación de que, en todo caso, no cabía retrasar el reconocimiento de un derecho con el pretexto de que se podía hacer mal uso de él.

Resulta llamativo que frente a ella se erigiera la única otra mujer presente en aquel debate, Victoria Kent, como clara opositora al derecho al sufragio femenino cuyas palabras se hacían eco del miedo a la influencia clerical:

«Pido a la Cámara que despierte la conciencia republicana, que avive la fe liberal y democrática y que aplace el voto para la mujer. Lo pido porque no es que con ello merme lo más mínimo la capacidad de la mujer. No, señores diputados, no es cuestión de capacidad; es cuestión de oportunidad para la República. (…)Hoy, señores diputados, es peligroso conceder el voto a la mujer…»
Más llamativo aún es que Margarita Nelken, del Partido Socialista, cuya incorporación tardía a las Cortes hizo que no participara en esta votación, se opusiera a la línea de su partido en este asunto y pregonara una posición semejante a la de Victoria Kent. .

«Unas cuantas docenas de muchachas universitarias; unas cuantas docenas de muchachas afiliadas a las juventudes y agrupaciones socialistas, y que como tales han actuado con todo entusiasmo en las pasadas elecciones; unos cuantos millares, incluso, de mujeres proletarias o campesinas, a quienes las dificultades de su vida, por un lado, y, por otro, una estrecha identificación con los varones más próximos las ha impulsado hacia ideales izquierdistas, nada pueden significar frente a la aplastante mayoría de mujeres directa y patentemente en pugna con los ideales de sus compañeros, de sus padres, o de sus hijos» (Nelken,M., La mujer ante las Cortes Constituyentes, 1931)


 Hasta el último momento el derecho al sufragio femenino fue puesto en tela de juicio. Asi es como apenas un día antes de la aprobación de la constitución se planteó una disposición transitoria que limitaría el derecho al voto femenino a las elecciones municipales, contando con la ferverosa oposición de Campoamor y el apoyo de Victoria Kent que redundó en una apretadísima votación que rechazó la enmienda por apenas cuatro votos.
Finalmente, de forma algo más holgada, al día siguiente, el 1 de octubre de 1931 con 161 votos a favor y 121 en contra, el artículo 36 fue aprobado por las cortes constituyentes sin limitaciones, pudiendo ejercer las mujeres españolas el derecho al sufragio en las primeras elecciones que siguieron al proceso constituvo, el 19 de noviembre de 1933.

Como decía al principio, conmemoramos la semana pasada el ochenta aniversario de tan señalada fecha, en medio del relativo silencio e indiferencia de la prensa. Poco es lo que se ha hablado sobre esta efeméride, símbolo de un importante logro para la mujer española.

Los medios de comunicación son una forma de tomarle el pulso a la sociedad y, cada vez más, lo son las redes sociales. Vaya por delante que la representatividad es baja pero me llamó mucho la atención que al “colgar” la noticia de la efeméride en mis diferentes perfiles en las redes sociales, obtuviera una veintena de reacciones, todas ellas femeninas menos una única excepción masculina. ¿Qué se esconde tras este dato? ¿Indiferencia? ¿Pasividad? A mí me cuesta entender la indiferencia masculina frente al marcado quórum femenino.


Bibliografía: 
-Cocho,F., Guerra Civil, Que pasou en Galicia e en España, 2011
-Nelken,M., La mujer ante las Cortes Constituyentes, 1931

-Orihuela Calatayud, E., El sufragio femenino en España, cincuenta años de debate en Cortes, setenta y cinco de celebración, 2008 (http://www.um.es/campusdigital/Cultural/voto%20femenino%201.htm)
-Páez Camino, F,  La constitución republicana de 1931 y el sufragio femenino, 2007 (http://www.umer.es/images/doc/n44.pdf)

Fotografía 1 y 3 extraídas de la página web del periódico ABC.

3 comentarios:

  1. Yo leí hace poco (dos o tres años a lo sumo) una biografía de Clara Campoamor muy interesante, en la que reflejaba bien esa lucha que describes, entre partidarios y detractores del voto femenino. Aunque estoy de acuerdo completamente con la actitud que mantuvo Clara, llegué a comprender los reparos de Victoria Kent, que creo que (aun equivocadamente) sentía que era su deber ir en contra de sus propios derechos por el bien de la República. Era tanto lo que se jugaban...
    Y por otra parte, sobre lo que comentas de la escasa repercusión de un aniversario semejante, pienso igual que tú. Es más, hoy 25 de noviembre, día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, me he extrañado mucho de no ver ninguna mención, y he compartido en fb un par de entradas al respecto. Cierto que a continuación un buen número de amigos y amigas se han hecho eco del tema. Pero el viernes pasado alguien mencionó un artículo tendencioso al respecto, de Libertad Digital creo, en el que (cómo no) se difundía un bulo sobre un grupo de feminazis, como las llaman, o feministas radicales cuyo objetivo es la dominación de los hombres y su sometimiento total.
    Lo curioso es que en torno a semejante esperpento (que la inmensa mayoría percibía así) se montó un debate increíble, debate en el que quedó patente cuántos hombres, pero cuántos, ¿eh?, inmediatamente relacionan los intentos de erradicar la violencia contra las mujeres con discriminación hacia los hombres. Básicamente te sueltan eso de: igual de mal está maltratar a un hombre como a una mujer, ¡como si alguien lo pusiera en duda!.
    En fin, después de mucho caminar en círculos tratando de hacerte entender acabas por darte por vencida asumiendo que es imposible convencer a quien no mantiene la mente abierta.

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    1. Leí ese debate al que haces referencia y estuve a nada de mencionarlo en la entrada como contrapunto a la actitud de marcada indiferencia en lo que respecta al sufragio femenino. Me llamó mucho la atención esa sensación de marcado victimismo que adivinaba tras los mensajes poniendo en una balanza elementos (como las falsas denuncias o los escasos hombres agredidos) que por mucho que no pueden ser obviados, evidentemente, no pueden ser equiparados a lo que motiva la ley contra la violencia de género (salvar vidas).
      Lo tenía redactado y lo borré porque por una parte me indignaba demasiado la conclusión subyacente y no me gusta escribir "en caliente" y, por otra, me parece que se iba del tema. Pero hice exactamente el mismo razonamiento que hiciste tú.
      En cuanto a lo de Victoria Kent, coincido contigo. Hay cierto halo de sacrificio en su actitud aunque también hay una actitud prejuiciosa que, a la postre y aunque no esté realmente demostrado puede que se comprobara con el resultado de las elecciones del 33 (también hay que tener en cuenta que las disensiones entre los partidos de la izquierda también condujeron hacia la derrota electoral).

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  2. Jo, después de leerte no puedo evitar preguntarme como otras veces, ¿cómo puede ser que nosotras nos entendamos tan bien y nos parezca tan obvio algo que a "ellos" (en general, claro, afortunadamente hay excepciones) no?
    El otro día alguien tachaba de sexista el libro "Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus", pero dice verdades fácilmente comprobables. (Si acaso le encuentro un cierto sesgo yanqui). Será que no han tenido muchas relaciones de pareja o amistad con mujeres, o al menos no han reflexionado un poco sobre ello.

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