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lunes, 14 de abril de 2014

Un ídolo en la niebla

La semana  pasada publicamos la primera parte del relato "Un ídolo en la niebla". Hoy, descubriremos, junto al agente Cooper, la verdad sobre su amigo William y el misterioso ídolo que encontraron en la niebla. 



Me casé con Helen e invertí mi entonces pequeña fortuna en bolsa. Mis acciones subían como la espuma hasta que un día, empecé a tener malos resultados. Fue entonces cuando recibí mi primera visión.

Fue un fenómeno insólito, una ensoñación que no se asemejaba a nada conocido. Me vi frente a un gran templo bañado en una espesa niebla, similar al gran Marae de Raiatea, pero las piedras hincadas que conformaban su cierre tenían proporciones descomunales. El templo poseía una extraña textura y color, y sobre éste nacía un enorme sol rojizo cuya luz ígnea cortaba la densa bruma. Me aproximé al gran Marae y advertí cómo, ante mis ojos, se definía su monolítico y ciclópeo altar. Ahí reconocí al Dios Tiki, cuyos ojos llameantes se habían posado sobre mí. Me vi preso de un profundo terror. El pavor a lo ignoto inundaba cada rincón de mi alma. El Tiki no podía hacerme daño. Yo era y seguiría siendo su protegido. Yo lo cuidaría hasta mi último aliento. Sin embargo, su actitud no por ello dejó de intimidarme. Sus labios se despegaron y formularon un pedido. Mi preciado Tiki volvía a necesitar sangre.

Me desperté con el cuerpo bañado en sudor, dirigiéndome hacia mi biblioteca. Estudié cada pormenor de los sacrificios rituales que realizaban los indígenas de las islas bajo el Viento. No me fue muy difícil, a la noche siguiente, contratar los servicios de una prostituta, y borrar todo rastro de mi oblación.».

Cooper se sirvió incrédulo otra copa de whisky, embuchándola de un trago. No conocía a William, sólo un espejismo suyo. Siguió escuchando aquellas confesiones tan negras como un blues.

Su querido amigo no era otro que el asesino de Concord. Toda la policía de Nueva Inglaterra había sido alertada de sus aseados métodos. Nunca habían encontrado ni la más mínima pista sobre su autoría. Los crímenes se sucedían sin que los investigadores hubieran establecido un patrón, aunque el asesino actuara siempre siguiendo el mismo modus operandi. Los cadáveres aparecían rodeados de piedras, con una puñalada en el corazón y dos cortes en las muñecas, sin que hubiera ningún tipo de abuso. El famoso “asesino de Concord” no era otro que William Wilshire quien, a costa de la vida de esas mujeres, había querido mantener su buena fortuna.

Y era verdad que William poseía una asombrosa suerte, pues se había disfrazado de alquimista de la bolsa, transfigurando cualquiera de sus movimientos en oro. La vida le había dado, además, dos preciados hijos. Nadie hubiera apostado por un tan terrible desenlace, pero el crack apagó su estrella. El llamado "jueves negro" devastó buena parte de las acciones de Wilshire & Co. Un atormentado William hablaba a través de su diario.

«No puede creerlo, lo he hecho todo por él, pero cada vez me pide más y se me aparece más a menudo. Alza su lanza contra mí, reclamándome la sangre de los míos. Me castigó. No podía hacer lo que me pedía, no podía siquiera creerlo. Pero ahora, no me queda más que cumplir con sus designios. Amo a Helen, amo a mis hijos, pero él lo quiere así, y me ha demostrado cuán grande es su poder. Esta noche lo haré».

―Todavía escucho en mi cabeza los gritos de Helen cuando me llamó por teléfono. Fui lo más rápido que pude, pero lo más rápido no fue lo suficiente. Sólo pude salvarla a ella ―Cooper miraba sin mirar, como si el comisario, a pesar de su gordura, fuera transparente―. Joder, William… Estaba a punto de matarla cuando llegué, pero el hijo de perra ya se había cargado a los dos niños.

 Una serie de insultos poseyeron los labios del inspector mientras la mano del comisario se posaba paternal sobre su hombro. Cooper no conseguía atajar los remordimientos por no haber sido capaz de salvar aquellas dos vidas inocentes, segadas por un William poseído, con el que él mismo había tenido que acabar.

―En sus manos estaba esa jodida estatuilla. Aún muerto seguía agarrándose a ella como una lapa. Ahora me doy cuenta… ―Cooper se tomó la cabeza entre las manos antes de volver a alzar la mirada . Yo pensaba que era un simple coleccionista y en realidad estaba obsesionado por todos esos cultos raros. Tenía la casa llena de cachivaches y libros sobre el tema. Todos estos años y resulta que no conocía a mi mejor amigo.

El inspector buscaba aire en medio de las hebras de humo que se habían compactado en una espesa bruma de la que necesitaba huir para poder respirar. Sintió como sus tripas volvían a arracimarse contra su estómago revuelto que regurgitó todo lo que contenía, doblando por la mitad al espigado policía.

En su espalda sintió de nuevo la mano del comisario que, aquel día, había mostrado con él más humanidad que nunca.

Cooper es usted un buen inspector pero no me gusta que ensucien mi despacho.

―Lo siento, señor. No volverá a suceder.

 El viejo le invitó a andar hacia la calle, caminando a la vera de Cooper que tragó su lamento a pesar de haberlo regurgitado Unas aureolas, visibles a la luz del sol, ornamentaban los sobacos de la demasiado ajustada camisa del comisario, cuyos botones amenazaban con saltar huyendo.

―Hay algo que todavía no le he contado y creo que puede interesarle.

Cooper observó al comisario con curiosidad.

―Hoy llegó el resultado del peritaje del famoso Tiki ―miró al inspector a los ojos―. Es falso, Cooper, el tiki es falso.


12 comentarios:

  1. La espera ha merecido la pena. Me ha encantado el relato, un final genial.

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  2. Depois de ler agora esta segunda parte, digo-te que é muito bom o teu conto
    Saludos

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  3. Recuerdo haber leído la historia en el blog de LG Morgan, pero no sabía que era tuya. Me sigue gustando, quizá si que está más pulida ahora, pero el final sigue siendo buenísimo.
    Saludos Sandra!

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    1. Era la idea y me alegra de que lo percibas así.
      Un saludo, Ramón.

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  4. Un final abierto, como no podía ser de otra manera, hace que tu relato se quede pegado a mí e imagine posibles continuaciones. Gracias por tu relato.

    Saludos

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  5. Muy buena historia, con una buena moraleja al final, como los clásicos relatos cortos. Bien escrito e interesante hasta el final. ¿Tenemos aquí una futura escritora de novela negra?

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    1. No creo, es un intento aislado y no es un género que me atraiga en exceso. Muchas gracias, Javier.

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