Edito un poco esta entrada para participar en la 5º edición de "arma una historia basada en una imagen". En mi caso fue un poco al revés. Vi la imagen y me recordó mi historia... Creo que el orden de los factores no altera el producto.
Me duele la
barriga. Avanzo oliendo el suelo. A veces, paro mi marcha para marcar la
tierra. Unas cuantas gotas bastan para asegurarme de que no volveré sobre mis
pasos. Previenen a otros de que esto es mío.
Sigo el
rastro. Avanzo durante mucho tiempo. Frente a mí, aparece una gran corriente
con agua. ¿Y si pierdo la pista que tanto tiempo llevo siguiendo?
*****
Con sumo
cuidado el anciano posa unas hojas de periódico sobre el banco en el que se
sienta todos los días. Cala su gorra sobre la cabeza, observa el horizonte, y
desde ese lugar en el parque que recorre cada tarde, ve la vida pasar. Sus ojos
brillan al echar la vista atrás. No se sabe si éstos se posan sobre los obreros
que, afanosos, trabajan o sobre sus recuerdos. Yo me siento a su lado, como
cada tarde.
*****
Cada día la
gran bola de fuego está más fría. Estoy mojado pero al oler el aire me llega el
rastro. Estoy contento aunque me duela la barriga. De repente, me encuentro con
algo que me impide pasar. Es extraño porque veo y huelo lo que hay del otro
lado pero no puedo avanzar. Excavo para pasar porque el olor a comida viene de
aquí. Voy corriendo y al fin la encuentro. Muerdo. Hay más hueso que carne. La
sangre está algo seca pero tengo mucha hambre. De repente, aparece un dos patas
que lleva más comida. Me grita y me da una patada. Duele. Otro dos patas llega
y lo asusta. Yo quiero huir pero me lleva con él.
*****
Hoy está
despistado mirando a través de mí, como si fuera transparente.
—¿Qué te
pasa?
Se rasca el
antebrazo derecho, como suele hacer cuando está nervioso, mientras su vista
sigue clavada por encima de mi hombro. Me doy la vuelta, curioso.
*****
Aquí por fin
hace calor. Tenía razón al seguir el rastro. Todos los días me dan comida.
Algunos dos patas, los que huelen bien, juegan conmigo, los otros no. Ahora soy
feliz.
*****
—Es un perro
polaco, un pastor de Tartra. Hacía años que no veía uno —me explica con la
vista clavada en el animal que mueve alegremente su cola—. Para mí, ver a este
perro es como ser invadido por esas hojas que crecen en las fachadas de los
edificios, desfigurándolos. Te agarran los pies, te enredan, van trepando y se
te meten en el alma, hasta las entrañas, para arrancártelas. El pasado, a
veces, te atrapa y no te deja ir. Quedas en la noche, buscando una luz en la
oscuridad que te haga olvidar, a solas con tus fantasmas. El mío ―dijo fijando
la vista en el can―, es este perro.
Tragó
saliva. Lo miré anonadado, sin realmente entenderlo. Nunca lo había visto así y
parece que no lo conocía tanto como creía.
—Pero ¿qué
pasó? —pregunté queriendo desentrañar aquella metáfora.
Se quedó
callado durante largos segundos antes de vomitar sus palabras.
—Cuando estaba en Auschwitz, a veces, tenía que arrastrar cadáveres hasta las fosas comunes. Recuerdo aquel perro. A raíz de todo aquello se convirtió en la mascota de los boches. Lo adoptaron cuando lo vieron comer el cuerpo de un amigo… Se llamaba Joseph. Le di una patada y casi me matan por hacerlo ―Es la primera vez que veo cómo sus ojos se humedecen, enredados en el pasado―. Un día se coló detrás de mi barracón. Cogí una piedra en el suelo y le reventé la cabeza… Sólo era un animal y yo también lo fui.
—Cuando estaba en Auschwitz, a veces, tenía que arrastrar cadáveres hasta las fosas comunes. Recuerdo aquel perro. A raíz de todo aquello se convirtió en la mascota de los boches. Lo adoptaron cuando lo vieron comer el cuerpo de un amigo… Se llamaba Joseph. Le di una patada y casi me matan por hacerlo ―Es la primera vez que veo cómo sus ojos se humedecen, enredados en el pasado―. Un día se coló detrás de mi barracón. Cogí una piedra en el suelo y le reventé la cabeza… Sólo era un animal y yo también lo fui.
Muy buena historia. Me ha dejado el corazón en un puño. Lógico que quedaras tan bien en el concurso.
ResponderEliminarUn saludo!!
Muchas gracias, Ramón.
EliminarExcelente narración que comparto gratamente.
ResponderEliminarUn saludo!!!
Un saludo y gracias por tus palabras, Marybel.
EliminarEnhorabuena. bien por tí.
ResponderEliminarComo siempre, muchas gracias, Iñigo.
EliminarComo siempte excelente aunque esta vez tengo una observacion, creo que fue innecesario hablar de las camaras de gas, hubo un quiebre emocional en el cuento se pasó de un sentimiento compasivo a uno mas chocante, aun asi me gusto
ResponderEliminarLo cierto es que era la idea, Noruego.Buscaba una vuelta de tuerca final que rompiera con la dinámica anterior del relato. Muchas gracias por leerme semana a semana.
EliminarMe ha gustado y me alegro que alcanzases el segundo lugar. Es un buen puesto. Casi mejor que el primero para empezar, si no ya sabes...
ResponderEliminarEnhorabuena, Sandra!!!
Un abrazo.
Muchas gracias, Ricardo :)
EliminarEnhorabuena por el relato y por el premio. Engancha... con tan pocas palabras nos trasladas a otra época y a una mentalidad en la que todo vale cuando la vida no vale nada y nos convierte en lo que no somos.
ResponderEliminarMe alegra de que te gustara, Inma. Muchas gracias.
EliminarMe encantó este relato, Sandra, tanto la historia como los puntos de vista que presentas. Me causó gracias como nos llama el perro y el giro con la historia del anciano, estuvo bárbara, ya que retrataste una realidad dolorosa y terrible, pero realidad al fin. Te felicito y mi admiración para ti. Besos!
ResponderEliminarMe alegra que te gustara, Alonso. Gracias por tus amables palabras.
EliminarMuy buen relato, me gusto la metáfora y el final, triste y autocrítico.
ResponderEliminarMuchas gracias, Alejandra.
EliminarHola Sandra.
ResponderEliminarUn magnifico relato, que he leído con gran placer,muy
bien ambientado y mejor escrito, un gran trabajo.
Suerte para el concurso.
UN saludo cordial.
Benjamín.
Gracias Benjamin. Como te dije en mi comentario, a mi también me gustó mucho tu relato.
EliminarHola, Sandra. Excelente relato. Magistral el uso de las distintas voces empleadas en el cuento, la de los personajes de dos patas -como dice el perro- y la del perro en sí. Y para rematar, ese final. Tu marca personal. Me gusta. Suerte en el concurso. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Pedro aunque en este caso mi idea no era darle una vuelta de tuerca sino enfrentarlo a la crudeza de la realidad.
EliminarOstras Sandra!!!! Es como el dicho _pagan justos por pecadores_ Es buenísima. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarGracias Ana Lía por tus amables palabras y es cierto, el pobre perro ni siquiera sabía lo que hacía.
EliminarImpactante relato, tanto por la historia en sí como por la forma de contarla. Te deseo mucha suerte, Sandra. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias Antonio por tus amables palabras.
EliminarHola sandra, un gran relato. crudo y duro, como debieron ser esos
ResponderEliminartiempos, me ha gustado mucho y te felicito.
Un saludo, suerte y feliz fin de semana.
Muchas gracias, Sonia y enhorabuena por tu relato.
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