Hay pocas cosas en el mundo que me parecen más
hipnóticas que el fuego en una hoguera. Observar el nacimiento de una llama,
ver cómo se estira, baila, tremola y se apaga en una humareda, dejando, tras de
si, un rastro de brasas candentes que se acaban convirtiendo en tristes cenizas.
Recuerdo esas llamas iluminando el rostro de mi
abuelo, mientras, con mimo y paciencia, dejaba que el fuego asara lentamente
las castañas en una sartén que, vete tú a saber la razón, me fascinaba por sus
muchos agujeros en la base. A su vera y la de mi hermana y mi prima, el tiempo
parecía detenerse observando la danza rital del fuego en la chimenea. Había algo
de magia en aquellos momentos y entiendo el sentimiento que embargó a nuestros antepasados
para convertir ese instante de recogimiento familiar al cobijo de la luz de la
hoguera, en una celebración.
Hoy, lunes 11 de noviembre, aparte de ser la
efeméride del armisticio de la primera Guerra Mundial, es también San Martín.
No voy a hablar de la vida de este santo y de cómo, salomónicamente, partió su
capa en dos, sino del Magosto, pues hoy es el día de celebración, por
antonomasia, de esta fiesta en donde están presentes las castañas, el fuego, el
vino nuevo y los productos de la matanza, sobre todo el chorizo, así como una importante
dosis de buen humor, risas, cantos y bailes. Algunos se tiznan la cara con los restos de
asar las castañas una vez que la fiesta ha finalizado y aparecen ciertos
componentes semejantes a los del carnaval pues, en el magosto, la gente joven
hacía gala de cierta relajación de costumbres, permitiéndose cosas que cualquier
otro día estarían mal vistas.
Existen dos explicaciones, como más
convincentes, sobre la raíz y derivación del vocablo “magosto”: una sería la
interpretación de que procedería del latín Magnus Ustus (gran
fuego) o Magum Ustum (resaltando el carácter mágico del fuego). Pero
muchas son sus caras y esta fiesta es conocida como Magosta
en Cantabría y en la zona de Sanabria, Gaztainerre o gaztañarre
en Eukadi, Castanyada en Cataluña y el Alto Aragón, Chaquetía, Chiquitía, Calvochá, Calbotes o Magosto en Extremadura.
Así como cerramos el círculo con la nomenclatura de la festividad, también lo hacemos en la cuestión del origen. Hace poco hablaba en el blog sobre la fiesta de Samaín pues, aunque no lo mencionara entonces, el Magosto es una más de las muchas festividades hijas de esta fiesta céltica. Así es como el escritor y también historiador gallego, Manuel Murguía, asociaba el magosto con un acontecimiento funerario, en el que castaña y vino nuevo protagonizarían los papeles de muerte y vida, respectivamente.
En las pautas
etnográficas antiguas resulta que la castaña era una alegoría, en cierta forma,
del alma de los difuntos. La castaña que se toma simbolizaría
un alma liberada del purgatorio. Consumado el magosto, debían dejarse algunas
de las castañas asadas esparcidas por el suelo con la finalidad de que
acudieran los espíritus de los fallecidos para calentarse y participar del
evento. Eran, pues, las castañas destinadas a «la parroquia de los muertos»,
uniendo, una vez más en el imaginario colectivo rural gallego, el mundo de los
muertos con el los vivos.
El magosto empezó a separarse de Todos los Santos (festividad heredera, como
ya habíamos visto, del antiguo Samahaín) cuando se
decidió celebrarla junto al patrón de
Ourense: San Martín. De la ciudad de las Burgas se extendió dicho cambio a
varios lugares de Galicia e, incluso, del Bierzo. De este modo fue dotada la
festividad de nuevos matices que nos acercan más a la celebración actual que se
aleja de la fiesta pagana y su carácter más simbólico.
Hace unos días fuí al «I Magosto popular do San Roque & Roll» de Tioira (Maceda, Ourense). Castañas, vino, churrasco, una charanga, caras tiznadas, e incluso unos conciertos de Rock. Tradición y continuidad, renovación y folclore pero un elemento común que parece traspasar la barrera del tiempo, la de una fiesta comunitaria, alegre y, aunque antiquísima, profundamente joven.
Como decía una vieja cántiga:
Ay magosto, ay magosto,
donde hay mozas y mozos
hay magosto.
Bibliografía:
-BLANCOS,
S. «La Castañada o el Magosto»,
2013
-BOUZAS, P.
y DOMELO X.A., Mitos, ritos y leyendas de Galicia, mr. Ediciones martinez roca,
2003.
--MANDIANES,
M., «La
historia de S. Martiño, la fiesta y sus tradiciones. », Del Morrazo.com, 2006
-MANDIANES,
M., «Origen
del Magosto », Del Morrazo.com.
Fotografía:
http://por-millares.blogspot.com.es/2012/10/las-castanas.html
Facebook de «San Roque & Roll Tioira»
http://por-millares.blogspot.com.es/2012/10/las-castanas.html
Facebook de «San Roque & Roll Tioira»
Por cierto, a partir del lunes que viene, inaguramos sección: "Bajo el paraguas" en la que leereís colaboraciones de otras personas o recomendaciones. En este caso, exploraremos la primera vertiente y se ha prestado para el ensayo, mi amiga, la escritora L.G. Morgan, autora del blog "Literatura con estrógenos"
Por mi parte, podreis leer ahí, mi próxima entrada, un relato de corte fantástico que escribí tras mi polinesia luna de miel, allá por el año 2010, llamado -y ahí viene la referencia las islas bajo el viento- "El Tiki".
Es la primera vez que visito tu blog. Es interesante. Vendré más a menudo.
ResponderEliminarHablando de la matanza y el magosto recuerdo cuando era jovenzuelo más de una matanza que en nuestras tierras también es por estas fechas, aunque un poco más tarde porque hay que recoger la uva.
En una ocasión en particular de uvas riñoneras estábamos de alegría y fiesta porque esa era la última del carro. Nos fuimos a duchar y asear y salimos a la plaza donde con buen vino del año anterior, o de ese año, eso no lo sé, bailábamos al son de una orquesta subida en un carro y aunque, molidos por todos los músculos, pronto entrábamos en calor y en fiesta.
Lástima que en aquella ocasión vino un camión cargado de pollos (pollitos pequeños) y hubo que ir a la granja a descargarlos con muchísima suavidad para que no se quiebren. Y esta está a 3 km andando. Eso no fue lo peor de ese día. Al fin y al cabo, aunque es muy pesado, se hace más o menos, fácil al ver a los pequeñísimos pollitos. Lo peor es que el camión no se iba de vacío sino lleno de gallinas, así que fuimos al lado contrario de la granja y cargábamos de 4 en 4 las gallinas en las cajas. Ahí lo peor era pillarlas, pero a eso se dedicaba mi primo mayor que enseguida nos endilgaba dos en una mano y otras dos en otra y picoteándote las malditas las llevabas a pesar y volvías a por más.
Cuando terminamos la fiesta había terminado, pero estábamos borrachos del trabajo bien cumplido y de la sobredosis de endorfinas que eso te produce.
Pocas veces en mi vida he llegado a estar tan borracho de endorfinas por un trabajo ni a ser tan completamente feliz.
No sé si esta entrada le parecerá adecuada a Sandra. Si quieres quitala, aunque no harás uso de un derecho castrador que sé que tienes. Pero es lo que vino a mi cabeza al leer tu enternecedora entrada. Fue una "liaison" de ideas muy curiosas.
Encantado de conocerte. Morgan te dirá quién soy. Un amigo encantado de estar por aquí.
Saludos.
¿Recogeis la uva en esta época en tu tierra? Qué curioso.
EliminarEncantada de leerte por aquí, Ricardo y espero seguir haciéndolo.Tranquilo pues no pienso hacer uso de mi derecho castrador salvo que existan faltas de respeto.
Un saludo.
No conocía la fiesta de Magosto, muy interesante.
ResponderEliminarY con lo que te gusta el Samaín! Tiene cantidad de hijos, más bien nietos, esparcidos por el mundo. Lo malo es que a veces se hace un poco el loco y no quiere reconocer su paternidad :P
EliminarI was able to find good information from your blog articles.
ResponderEliminarmy web blog :: goji pro; Www.Netchaska.com,