L.G. Morgan inició la semana pasada en su blog, "Literatura con estrógenos", una serie de artículos que tratan de arrojar luz sobre mujeres notables, valientes y creativas que vieron su vida truncada tras sobresalir y ser arrinconadas por la cultura que las rodeaba, aplastado su espíritu por las exigencias de la opinión y los valores colectivos, decidiendo centrarse en escritoras, poetas que protagonizaron similares tragedias, sobre todo las que acabaron suicidándose a una edad temprana, en situaciones y épocas muy cercanas. Abordaba e introducía esta problemática hablándonos del cuento de "las zapatillas rojas" en el que la pérdida de estas por parte de la protagonista simbolizaría, a grandes rasgos, esa misma idea.
Y dicho esto, os dejo con ella. En este artículo que da nombre a la entrada, "La mujer atrapada 1" L.G. Morgan entra en materia. Espero que os guste. Por mi parte, pronto podreís leerme en su blog.
Y dicho esto, os dejo con ella. En este artículo que da nombre a la entrada, "La mujer atrapada 1" L.G. Morgan entra en materia. Espero que os guste. Por mi parte, pronto podreís leerme en su blog.
LA MUJER ATRAPADA I por L.G. Morgan
Inicio con este una serie de artículos que tienen como núcleo principal a un grupo de mujeres, escritoras, poetas, cuyas vidas son ejemplo de la de muchas otras mujeres atrapadas, cercenadas y aplastadas por la cultura en la que les tocó vivir, hasta el punto de que no pudieron resistirlo más y optaron premeditadamente por acabar con sus vidas.
Ellas son nuestras poetas suicidas.
En palabras de Clarissa Pinkola Estés, ‹‹consideramos una colectividad a la cultura que rodea a un individuo. Las colectividades de todo tipo que nos rodean reparten grandes recompensas y castigos, y tratan de ejercer influencia y de controlar toda suerte de cosas, desde nuestros pensamientos hasta nuestra elección de los amantes o de la actividad laboral. También es posible que desprecien o nos disuadan de entregarnos a las actividades que no están de acuerdo con sus preferencias››.
Es decir, podemos apuntar, siguiendo con el esquema del cuento, que queman nuestras zapatillas rojas hechas a mano y nos acogen en su seno a cambio de que nos amoldemos totalmente a sus designios.
Entramos en la casa de la anciana de la historia y ya estamos atrapadas, hemos decidido pagar el precio, a menudo sin ser conscientes de ello.
‹‹Cualquier grupo, sociedad, institución u organización que anime a la mujer a denostar lo excéntrico; a recelar de lo nuevo e insólito; a evitar lo ardiente, lo vital, lo innovador; a despersonalizar lo personal, está pidiendo una cultura de mujeres muertas››, nos advierte más adelante Pinkola Estés.
Y esto es lo que vemos con demasiada frecuencia en mujeres que se atrevieron a sacar los pies del tiesto, a decidir por su cuenta, a hacer las cosas a su manera. Porque todos luchamos, en mayor o menor medida, por la aceptación. Todos buscamos por encima de todo sentirnos queridos, y en esa búsqueda a menudo pagamos un precio tan excesivo que nos destruye.
También es cierto que es incómodo, es realmente duro, sentirse minoría para todo y en todo momento. Así que pactamos. Y luego nos ahogamos en medio de esa existencia asfixiante que no nos deja hueco para ser nosotros yo aspirar siquiera a un atisbo de felicidad. Porque en el pacto nos hemos traicionado, y la traición a uno mismo se paga muy cara.
Nuestras poetas suicidas son 14 autoras, de distinta edad y procedencia que tienen en común mucho más de lo que parecería a simple vista. He recogido sus nombres de distintos lugares, pero uno de los más completos me ha parecido el blog Peruanismos, que les dedica una antología de poemas y explica así la confección de su lista: “la fecha de nacimiento del elenco de suicidas va de 1892 a 1959. Como nota curiosa 1960 fue el año en que la liberación femenina se extendió por el mundo”.
Ellas son nuestras poetas suicidas.
En palabras de Clarissa Pinkola Estés, ‹‹consideramos una colectividad a la cultura que rodea a un individuo. Las colectividades de todo tipo que nos rodean reparten grandes recompensas y castigos, y tratan de ejercer influencia y de controlar toda suerte de cosas, desde nuestros pensamientos hasta nuestra elección de los amantes o de la actividad laboral. También es posible que desprecien o nos disuadan de entregarnos a las actividades que no están de acuerdo con sus preferencias››.
Es decir, podemos apuntar, siguiendo con el esquema del cuento, que queman nuestras zapatillas rojas hechas a mano y nos acogen en su seno a cambio de que nos amoldemos totalmente a sus designios.
Entramos en la casa de la anciana de la historia y ya estamos atrapadas, hemos decidido pagar el precio, a menudo sin ser conscientes de ello.
‹‹Cualquier grupo, sociedad, institución u organización que anime a la mujer a denostar lo excéntrico; a recelar de lo nuevo e insólito; a evitar lo ardiente, lo vital, lo innovador; a despersonalizar lo personal, está pidiendo una cultura de mujeres muertas››, nos advierte más adelante Pinkola Estés.
Y esto es lo que vemos con demasiada frecuencia en mujeres que se atrevieron a sacar los pies del tiesto, a decidir por su cuenta, a hacer las cosas a su manera. Porque todos luchamos, en mayor o menor medida, por la aceptación. Todos buscamos por encima de todo sentirnos queridos, y en esa búsqueda a menudo pagamos un precio tan excesivo que nos destruye.
También es cierto que es incómodo, es realmente duro, sentirse minoría para todo y en todo momento. Así que pactamos. Y luego nos ahogamos en medio de esa existencia asfixiante que no nos deja hueco para ser nosotros yo aspirar siquiera a un atisbo de felicidad. Porque en el pacto nos hemos traicionado, y la traición a uno mismo se paga muy cara.
Nuestras poetas suicidas son 14 autoras, de distinta edad y procedencia que tienen en común mucho más de lo que parecería a simple vista. He recogido sus nombres de distintos lugares, pero uno de los más completos me ha parecido el blog Peruanismos, que les dedica una antología de poemas y explica así la confección de su lista: “la fecha de nacimiento del elenco de suicidas va de 1892 a 1959. Como nota curiosa 1960 fue el año en que la liberación femenina se extendió por el mundo”.
Aquí las clasificaremos por su fecha de nacimiento:
Virginia Woolf: 1882-1941: murió a los 59 años
Sara Teasdale: 1884-1933: a los 49 años
Alfonsina Storni: 1892-1938: 46 años
Marina Tsvetáyeva: 1894-1941: 46 años
Florbela Espanca: 1894-1930: 36 años
Antonia Pozzi: 1912-1938: 26 años
Anne Sexton: 1928-1974: 46 años
Amelia Rosselli: 1930-1996: 65 años
Sylvia Plath: 1932-1963: 31 años
Alejandra Pizarnik: 1936-1972: 36 años
Miyó Vestrini: 1938-1991: 53 años
María Mercedes Carranza: 1945-2003: 58 años
Verónica Forrest-Thomson: 1947-1975: 27 años
María Emilia Cornejo: 1949-1972: 23 años
Ana Cristina César: 1952-1983: 32 años
Martha Kornblith: 1959-1997: 38 años
Hay que decir que el tema del suicidio es algo recurrente entre escritores de ambos sexos. Y es cierto que las mujeres no somos las únicas víctimas del modelo de sociedad patriarcal vigente, que define los roles de todos y nos marca el camino que debemos seguir. Los hombres que no encajan en los patrones que la sociedad les marca sufren igualmente sus sanciones y sus rechazos. Pero hay que reconocer que si la presión social es algo que dificulta la vida de estos hombres que han decidido (o que simplemente son y se sienten así) desmarcarse de la norma, en el caso de las mujeres es decididamente asfixiante. Los mecanismos de control son más férreos y el grado de “movilidad” concedido infinitamente menor. Es por eso que, en este momento, yo he decidido centrarme en las historias de estas mujeres creadoras.
Virginia nació un 25 de enero, en 1882, en Londres. Su padre, Sir Leslie Stephen, era novelista, historiador, ensayista y biógrafo. Su madre, Julia Princep Jackson era una famosa belleza que había servido de modelo a pintores y fotógrafos y pertenecía a una familia de editores. Ambos eran viudos y aportaron al nuevo matrimonio hijos de los anteriores. Así que Virginia se crió con tres hermanastros por parte de madre, una hermanastra por parte de su padre, y una hermana y dos hermanos propios. Su casa y su familia se caracterizaron por un intenso clima cultural y literario. Virginia y sus hermanas no tuvieron sin embargo una educación reglada, sino que recibieron clases en casa. No así los hermanos varones, que acudieron a prestigiosos centros.
Cuando a los 13 años pierde a su madre se inician para ella una serie de episodios depresivos que no la abandonarán hasta su muerte. Parece ser que pudo haber otros factores que influyeron también en ese crónico talante depresivo: hay indicios de que tanto ella como su hermana Vanessa sufrieron abusos por parte de su hermanastro George, 14 años mayor que Virginia. Fiel a la rígida moral victoriana imperante, dichos episodios nunca salieron abiertamente a la luz, sino que solo fueron comentados muy veladamente por la propia autora en alguna de sus obras. A la muerte de su padre se muda junto con sus hermanos a una casa que se convertiría en lugar de reunión del llamado Círculo de Bloomsbury, un conjunto de intelectuales que destacarían en el terreno literario, artístico y social.
En 1912, con 36 años, se casa con el escritor Leonard Woolf, economista y miembro también del grupo de Bloomsbury. Pero a pesar de su intensa y feliz unión, tanto afectiva como profesional (los dos fundaron la famosa editorial Hogarth Press, que editó las obras de la propia Virginia, así como de otros autores relevantes de la época), durante su matrimonio Virginia mantuvo (aprox. 1925-1929) una relación amorosa con la también escritora Vita Sackville-West. De todas formas, el Círculo de Bloomsbury era enemigo de la exclusividad sexual y varios de sus miembros (entre ellos la hermana de Virginia, Vanessa) mantuvieron matrimonios felices a la par que una serie de relaciones extramaritales de diversa intensidad.
Los episodios depresivos de Virginia se presentaron a intervalos durante toda su vida, pero en 1941, agravado su estado sin duda por diversas circunstancias como la situación de guerra, la pérdida de su casa y la frialdad con que fue acogida su última obra, decidió acabar con todo. Un 28 de marzo Virginia escribió dos cartas, una a su marido y la otra a su hermana; se puso el abrigo, llenó sus bolsillos con piedras, y se lanzó al río Ouse, donde se ahogó. Su cuerpo no sería encontrado hasta el 18 de abril.
Tenía 59 años, diez más que su madre cuando falleció. Esta es la carta que dejó para Leonard, su esposo.
28 de Marzo de 1941 Querido,
estoy segura de que, de nuevo, me vuelvo loca. Creo que no puedo superar otra de aquellas terribles temporadas. No voy a curarme en esta ocasión. He empezado a oír voces y no me puedo concentrar. Por lo tanto, estoy haciendo lo que me parece mejor. Tu me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todo momento todo lo que uno puede ser. No creo que dos personas hayan sido más felices hasta el momento en que sobrevino esta terrible enfermedad. No puedo luchar por más tiempo. Sé que estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y lo harás, lo sé. Te das cuenta, ni siquiera puedo escribir esto correctamente. No puedo leer. Cuanto te quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte... todo el mundo lo sabe. Si alguien podía salvarme, hubieras sido tu. No queda nada en mí salvo la certidumbre de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.
No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que nosotros hemos sido.
Hablemos ahora un poco de su obra:
La obra de Virginia Woolf se caracteriza por un marcado interés por los aspectos psicológicos de los personajes, por lo que sucede “dentro” más que por las acciones exteriores, que resultan determinadas por lo interno.
Se construyen a través de largos monólogos interiores donde se plasman los procesos mentales del ser humano, los que a su vez definen la historia y a sus protagonistas. Asimismo, suelen presentar una estructura radial y no lineal, la trama se va dibujando a partir de distintos retazos o a pinceladas que conforman el retrato final.
Su primera novela, publicada en 1915, es FIN DE VIAJE, basada en una obra de teatro que había escrito anteriormente. Cuatro años después aparece NOCHE Y DÍA, donde reflexiona sobre los cambios sociales experimentados en Inglaterra en los últimos años y, particularmente, sobre la situación de la mujer. Se trata de una novela romántica que explora conceptos como el amor en el matrimonio y su vigencia en una era que ha dejado atrás el romanticismo.
En 1922 publica EL CUARTO DE JACOB, donde hace un retrato exhaustivo del protagonista, desde su niñez hasta su muerte, a partir de diferentes reflexiones que no siguen necesariamente un orden cronológico. 1925 es el año en que ve la luz su primer gran éxito, LA SEÑORA DALLOWAY, que narra doce horas de la vida de su protagonista para construir radialmente toda una vida. Y en 1927 se publica la siguiente, AL FARO, donde recrea los roles familiares femenino y masculino y su influencia sobre los demás miembros; además del doloroso conflicto al que se enfrentan algunas mujeres, como la propia Virginia, entre las exigencias de la maternidad y el hogar, por un lado, y la necesidad creativa y la libertad personal por otro.
En 1928 escribe ORLANDO, dedicada a Vita Sackville-West. Se trata de una biografía sobre un personaje ficticio que vive cuatro siglos adoptando distintas identidades, tanto femeninas como masculinas. Al año siguiente, y basándose en dos conferencias que impartió en Cambridge sobre el tema “Las mujeres y la narrativa”, escribe UNA HABITACIÓN PROPIA, donde describe las barreras y prejuicios que han de superar las mujeres escritoras, dificultades que había padecido ella misma.
En 1931 llega el turno de LAS OLAS. Cuenta la vida de seis amigos a través de sus propios pensamientos. Y en 1933 FLUSH, biografía de los poetas Robert y Elizabeth Browning, desde el punto de vista de su perro Flush. Tras la muerte de su amigo Roger Fry, escribe ROGER FRY: A BIOGRAPHY, que no sería publicada hasta 1940. Y ya influida por la situación política y el clima de pre-guerra, LOS AÑOS, en 1937, novela más tradicional que describe la vida de una familia de clase media durante varias generaciones. Su tono es bastante pesimista.
Del año siguiente es el ensayo TRES GUINEAS, 1938, que describe las condiciones de vida de las mujeres en la sociedad, planteando la idea de la desigualdad de oportunidades en el trabajo y el difícil acceso a la enseñanza.
ENTREACTOS, 1941, será su última novela. Es su narración más amarga, donde incide en la inestabilidad de la vida y, en última instancia, su inutilidad. La dejó terminada pero su muerte impidió su corrección. Fue publicada póstumamente.
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Si os interesó el tema, podreis seguir leyendo esta interesante serie de artículos en su antes mencionado blog, Literatura con estrógenos.
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Si os interesó el tema, podreis seguir leyendo esta interesante serie de artículos en su antes mencionado blog, Literatura con estrógenos.
L. G. MORGAN (Madrid, 1969). Psicóloga clínica y escritora. Relatista reincidente y novelista en ciernes que gusta de mezclar en sus escritos lo real y lo fantástico, el pasado y el futuro.
Ha publicado en las siguientes antologías colectivas:
* “Calabazas en el Trastero III, especial Poe”, Saco de Huesos; “Calabazas en el Trastero V: Terror Oriental”, Saco de Huesos; “El cuento de Otoño y otros relatos”, Evohé; “Acerca de la virtud en la época clásica de los griegos, y otros relatos”, Evohé; “El monje y la pulga y otros relatos”, Evohé; “Fantasmas, espectros y apariciones”, La Pastilla Roja; “5 años de Relatopía”, autoedición Relatopía.
Ha participado en la novela colectiva “Crucero por el amor y la muerte”, autoeditada por Relatopía.
Premios y menciones:
* Dos años entre los finalistas del concurso literario “La Felguera”; “Testamento”, carta para el concurso “Háblame de amor”, publicada por el Ayuntamiento de Roquetas de Mar; Ganadora del II Certamen del Círculo de Escritores Errantes con el wéstern “Un agujero en la Tierra”; Finalista en el 2º Concurso de Relatos LaVisita y Larruzz Bilbao 2010 con el relato “Bodas de oro”; Ganadora en el XV Certamen literario de cartas de amor “Villa de Mijas”, con “Estimado Sr. Montgomery”; “En la era de los Antiguos Dioses”, relato premiado en el V Concurso La Revelación, a publicar por Ediciones Evohé; Ganadora del Concurso de Microrrelatos de Focus on Women con “Persiguiendo su sombra”, 2012.
Ha sido prologuista de la antología temática “Hasta siempre, princesas”, organizada por el colectivo Cultura Hache.
Es miembro del Club de Escritores de Relato Corto “Relatopía”. Administra un blog literario interactivo llamado "Destino, un proyecto de Literatura en vivo" , y otro personal: Literatura con estrógenos
Muchos ánimos en vuestra iniciativa. ;-)
ResponderEliminarPor lo menos nos divertiremos con estos inventos XDD
ResponderEliminarA mí me lió Lucie, y como me pareció genial su idea la "engañe" para el intercambio.
¿Engañar? ¿Cuándo me engañaste, tú?Encantada de haberte liado :D
ResponderEliminarDejé un comentario pero no salió. Venía a decir que es casi una ley el que las personas llamadas por el Arte, tocadas por alguna habilidad especial sean distintos del resto y que tengan comportamientos fuera de los cánones establecidos pero en el caso de las mujeres, en esa época, es que no había opción a poder saltarse las reglas.
ResponderEliminarUn artículo muy interesante.
Saludos.
Interesante iniciativa por parte de estas dos fieras literarias. Un placer leeros y seguiros a ambas.
ResponderEliminarGracias, Angeles, vas a sacarme los colores.
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